MANIFIESTO DE LA SANGRE

Somos una herida que sangra.

Rompemos con todo aquello que dice ser escena y nos tomamos el derecho de reinventarla en el espacio virtual y en el físico.

Somos una fisura, creamos paisajes, metáforas, coágulos.

Creemos en el arte como un proceso de transmutación de la vida misma, creemos en la vida como un ejercicio de observación activa. Respetamos el derecho a existir sin tener que sobreproducir, respetamos el derecho a permanecer como artistas aun cuando no haya novedad de por medio y sin embargo defendemos la creación de la escena viva como un ejercicio de práctica y no de contentillo.

Cruzamos las disciplinas como cruzamos las habitaciones de nuestra casa, con derecho a hacer lo que queramos, de andar desnudas, de ser ridículas, de no solucionar nada.

Creamos como un acto de existir.

Somos lesbianas sin cajitas, irreverentes, sin comunidad, sin patria. Reconocemos la existencia del presente, como una deidad única que nos rige.

Ponemos el placer por encima.

Creemos en el arte que pone la cuerpa, el arte como un acto de expiación, que voltea las entrañas y las deja al descubierto.

Ponemos la cuerpa.

Hacemos una escena que nos sale del fondo del útero, que nada tiene que ver con los feminismos: nos proclamamos con el derecho de no pertenecer a las agendas violetas, ni a ser las reinas de ningún reino, somos una especie fronteriza y nuestra marginalidad tiene solo que ver con nuestro entendimiento.

Rajamos lo real con la escena, incrustamos imágenes que no existen en este mundo y dejamos que germinen.

Somos santas de una nueva religión, de un nuevo universo, de nuestro santuario de placer. Le rezamos a Pina, a Graciela, a Lola y a nosotras mismas. Nos vacunamos, con este rito, de las otras religiones. Invocamos la creación oracular.

Somos animales viscerales por qué sangramos y nos sinceramos en nuestra furia.

Te amo, te amo, te odio, te odio.

Construimos templos que se desbaratan en el momento: artes vivas pero no efímeras, nunca efímeras, porque como el tiempo, estamos en todas partes.

Prenderemos fuego a los escenarios vacíos, pretenciosos, llenos de reglas y buenas intenciones. Escupiremos en la cara de quien adora la pretensión y le pasaremos las tetas por el cuerpo.

Sin víctimas, sin estructuras.

Somos una molécula que se mueve por el cuerpo, por todos los cuerpos, que para, obstruye, mata, limpia, sana, cura, sin moral, sin objetivo, sin juicio, porque la sangre no conoce las reglas morales que oprimen al resto.

Somos una fisura.

Somos blasfemas, porque creemos en esto y sabemos que al final no importa tanto.

Nos sostiene la mirada y el amor, pero no el amor cursi, ni el correcto, si no ese que se vive entre saliva y mordiscos, el que jura a muerte, el que desea de cerca el aliento próximo.

Soñamos con la libertad, la invocamos, la imaginamos como un vaticinio. Nuestros pronósticos son tormentas tropicales, paisajes áridos y noticias de todo tipo, en todas las formas. Queremos expandir nuestro lenguaje, construir un idioma en cada templo que levantamos. Ansiamos, deseamos, con cada paso, tocar el fondo de cada corazón que nos mira.

No somos verdugos de ninguna planta que rompa el pavimento. Vamos hacia el futuro, vamos hacia la vida.

Que muera el orden que discrimina, que mata, que exilia, que nos somete, nos descuartiza, que nos domina, que nos castra. Como un rezo abrimos los ojos todos los días, nos proclamamos del lado de la verdad, nuestra verdad, esa que se asoma detrás de la metáfora, esa que te parte la cara como un rayo y te despierta como el escalofrío puro que deja la verdad absoluta, esa que no puede ser medida, ni explicada, ni comprobada por los razonables, por los correctos, por los derechos.

Le rendimos culto a la cuerpa, a la palabra y al tiempo, porque somos eso, no más, no menos.

A favor de lo místico, lo mítico, lo mágico, lo que ignora la comprensión lógica. En contra de lo ya masticado, lo empacado, la fórmula.

No somos, ni nunca seremos artistas consagradas, porque lo que se edifica está muerto y nosotras estamos vivas y así permaneceremos.

Somos artistas que no necesitan de la aprobación de los señores detrás de sus escritorios, no necesitamos que ningún señoro nos apruebe, por qué existimos sin sus imaginaciones, en nuestro propio universo.

Habitamos la escena como un acto profético, político, obsceno, irreverente y furioso, rajamos la realidad y leemos a través de ese agujero, extrañamos la realidad y la construímos de otras maneras.

Somos artistas porque nos da la gana, porque pudimos ser ingenieras o recicladoras, pero elegimos este espacio para desnudarnos.

Mexa, norteña, ñanu, mujer, lesbiana, somos cuerpos que sangran y no mueren.

Creemos en el cuerpo como un espacio reconfigurable y de continuo tránsito, como un organismo vivo que muta, que es afectado por lo que ve y vive.

Estamos en contra del utilitarismo de la carne, en contra de la explotación de los cuerpos, en contra del cuerpo-objeto, en contra de la “carne de segunda”, en contra del canibalismo que devora a sus semejantes seres sobre la tierra, en contra de ser mutiladas.

A favor de la antropofagía, de no ser domesticadas, de la contradicción y del exilio, a favor de la adivinanza, de la intuición y de lo salvaje.

En contra de todos los pensamientos enlatados, en contra de los órdenes ya establecidos.

En contra del vacío, de la esterilidad y la pureza.

En contra de los cuerpos vacíos.

A favor del goce por el goce, a favor del deseo.

A favor de transformar la realidad.

Nosotras vamos al futuro.

A favor de dejarse atravesar.

En contra de la anestesia.

A favor de existir sin pedir permiso.

Sin matarse.

A favor de lo erótico y lo sexual.

En contra de la culpa.

En contra de la pasividad.

En contra de la domesticación.

A favor de lo grotesco, lo animal, lo visceral.

En contra de las categorías, de las jaulas.

A favor del desnudo.

A favor de la contradicción.

En contra de lo hegemónico, de lo blanco.

A favor de la poética.

A favor de lo sagrado, NUESTRO sagrado.

A favor de no hacer sentido.

A favor de sentir profundamente.

En contra de lo inmediato, lo ya digerido.

A favor de abrirse completa.

Somos obscenas, vulgares, proféticas.

Somos una herida que sangra.

Sol Cervantes y Andrea Rivera / 2025 Ciudad de México 5 de noviembre del 2025